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Imagen de la mujer construida por los medios de comunicación

  • ¡Delicadeza, finura y divinidad!

    ¡Delicadeza, finura y divinidad!
    La figura femenina, era plasmada, con una gran delicadeza y finura, una belleza que le envolvía, la mujer no se vendía como producto, sino como una divinidad, como un ejemplo de elegancia, distinción y gusto.
  • ¡Una eterna juventud! Consumo a través del erotismo.

    ¡Una eterna juventud! Consumo a través del erotismo.
    Los avisos publicitarios, en virtud del papel de madres y garantes del bienestar hogareño, se dirigían a las mujeres, para la prevención de enfermedades.
    Apartir de la década de los veinte, unas renovadas necesidades estéticas sugerían cuidados más sofisticados del cuerpo femenino y de su imagen.
    Si la naturaleza no había dotado a las mujeres con siluetas curvilíneas, el mercado ofrecía soluciones para reparar esas carencias. http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-100710.html
  • ¡Supeditada al hombre!

    ¡Supeditada al hombre!
    Los anunciantes usaban la belleza como una moneda de cambio, tenías que estar bella y resplandeciente para tu marido, porque era la única manera de conservarlo, con estos productos
    obtendrías el éxito entre los hombres, y por supuestos, su atracción y disposición.
    Ya no debían ser bellas para ellas, debían serlo para obtener el éxito con los hombres.
  • ¡Sin aspirar a nada más!

    ¡Sin aspirar a nada más!
    En los anuncios era una clara consumidora de productos
    del hogar, como la limpieza, electrodomésticos, alimentación, belleza e higiene personal.
    La mujer se mostraba siempre dentro del ámbito familiar, en el hogar, como un valor irrompible, y claro, mientras complacía al marido en todos sus deseos
  • ¡Objeto sexual!

    ¡Objeto sexual!
    A través de la figura de la mujer, las agencias de publicidad consiguen promocionar productos, cuyo objetivo son los hombres, basándose en la seducción y atracción de la mujer, deseo sexual.
    La mujer en la publicidad, se define como un objeto, un producto sin identidad propia sin personalidad, vende sus atributos, su belleza, su cuerpo para la satisfacción
    del público masculino.
  • ¡Ser mujer perfecta!

    ¡Ser mujer perfecta!
    La publicidad juega con la sensación de que nunca se hace lo suficiente: no estás lo suficientemente perfecta, y por supuesto, no estás cuidando de tu hogar como toca, no estás limpiando lo suficiente, no estás cocinando los productos que deberías.
    Un canón de belleza inalcanzable, que es deseado por las y los consumidores.