REVOLUCIÓN RUSA

  • El desastre militar

    En agosto de 1914, en Prusia Oriental, Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff detuvieron una invasión rusa que parecía imparable.
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    El monje y la alemana

    Cuando Nicolás partió al frente, dejó a su esposa, Alejandra Fiódorovna Románova, a cargo del gobierno. Alejandra tenía 43 años, cuatro hijas y un frágil hijo, Alekséi, el zarévich. La hemofilia del niño había llevado a la zarina a acoger en la corte, tres años antes, a un monje siberiano de siniestra apariencia, Rasputín.
  • Abajo la autocracia

    Viendo que los cosacos no intervenían, varios miles de hombres se unieron a la manifestación. Muchos eran obreros de la fundición de acero Putílov, la más grande de Rusia, que había cerrado por falta de combustible. Sus 30.000 trabajadores se habían quedado en la calle
  • El tren de Lenin

    Los alemanes convirtieron a Lenin en un arma. Sabían que no pararía hasta conseguir que Rusia saliera de la guerra. Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin, estaba a punto de cumplir los 47 años. Toda su vida la había dedicado a predicar la revolución. Para Lenin, la caída del zar solo era el primer paso para la dictadura del proletariado.
  • El golpe bolchevique

    La noche del 10 de octubre de 1917, en la casa de una maestra –Galina Flakserman, veterana bolchevique–, se reunieron 12 de los 21 miembros del Comité Central bolchevique. Diez de ellos votaron a favor de la insurrección armada. Solo Lev Kámenev y Grigori Zinóviev se opusieron.
  • La fragilidad de la República

    Los habitantes de Petrogrado se reunieron para homenajear a los héroes muertos en la revolución. Obreros, soldados y burgueses demostraron que aún estaban unidos
  • Ni guerra ni paz

    Lenin ordenó a Trotski que estirara al máximo las negociaciones con los alemanes. No hay duda de que será una paz vergonzosa anuncia al Comité Central bolchevique el 11 de enero de 1918, pero si nos embarcamos en una guerra nuestro gobierno será barrido.